El testamento ológrafo es aquél que el testador escribe, de su puño y letra. Este testamento es válido si: 1) el otorgante es mayor de edad; 2) todo él está escrito a mano por él; 3) está firmado y expresa la fecha y lugar de otorgamiento; y 4) toda palabra tachada, descolocada o entre renglones, se salva al final del documento bajo la firma.
Para su ejecución, es necesaria la adveración y protocolización, que hoy día, es un procedimiento realizado por el Notario (anteriormente, se encargaban los Jueces), cuyo objeto es verificar la autenticidad del hecho de haberlo redactado el testador, de su propia mano.
Expuesto el Derecho, vamos con los Hechos. El relato, que traemos hoy, tiene como protagonistas a Matilde Corcho y José Pazos, matrimonio, que vivió en Peñafiel (Valladolid) y cuya historia recién acaba de cumplir 100 años.
Lo curioso de la historia es el testamento de Matilde, que otorgó testamento ológrafo, en el reverso de la primera carta que se enviaron de novios. El tenor del testamento, era el siguiente:
«Pazicos de mi vida: en esta primera carta de novios va mi testamento, todo para ti, todo, para que me quieras siempre y no dudes del cariño de tu Matilde».
Es harto recomendable, que lean la historia (que incluye un pleito ¡que llegó al Tribunal Supremo!) relatada magníficamente en la noticia que adjuntamos.
Sólo destriparemos de la noticia algo no esencial: este año, centenario del hecho, se conmemorará la historia en los boletos. Ahora, la conocerán cuando lo vean, y esperemos y deseamos que este conocimiento les dé suerte.