Sin antecedentes y una pena menor de dos años de cárcel, es habitual que el juez decida la sustitución de la condena de prisión con un único requisito: que el condenado repare el daño causado a su víctima; es decir, siempre que pague la indemnización que establezca la sentencia. Eso es lo que ocurrió en un caso juzgado el pasado octubre, en el que un joven fue condenado por dar una paliza aleatoria a un hombre que pasaba con unos amigos por la calle El Peso tras disfrutar de una cena de fin de semana. El chico entrará en prisión tras no pagar la indemnización señalada en el fallo.
El Juzgado de lo Penal Número 1 ha ordenado la ejecución de la sentencia y acordado el inmediato ingreso en prisión del joven, aunque hace unos meses había optado por lo contrario. La acusación particular, representada por el abogado Luis Pérez, ya solicitó hace meses la ejecución de la sentencia: el condenado no hacía ni siquiera ademán de pagar la indemnización de más 45.800 euros. «Ni siquiera ingresaba una cuantía pequeña mes a mes. No tenía intención ninguna de reparar el daño», reprocha el letrado. Pero cuál fue su sorpresa cuando el magistrado dictó un auto el pasado marzo suspendiendo por el plazo de dos años la ejecución de la pena que también suma dos años de prisión.
Tanto la acusación particular como el Ministerio Fiscal recurrieron esta decisión ante la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. «Dada la naturaleza de los hechos, la gravedad de los mismos y que el condenado no ha efectuado reparación del daño causado, nos oponemos a la aplicación de los beneficios de la suspensión de ejecución de penas privativas de libertad», coincidían las partes. La Audiencia asumió como propios estos argumentos y ahora el juez de lo Penal sí ha ordenado el ingreso en la prisión de Villabona.
Lesiones de por vida
Mientras, la víctima espera el dinero de su indemnización por las lesiones, secuelas y los gastos médicos que tuvo que asumir tras la paliza en la que le rompieron un tobillo por tres partes, dejándole lesiones de por vida. «Tuve que cerrar el negocio de hostelería y vender la casa para asumir todos los gastos derivados de la liquidación del personal y demás. El negocio tenía cargas que todavía estoy asumiendo», dice Javier Guijarro, aún con dolores diarios en el tobillo. Reconoce la víctima que el agresor entre en prisión no le arregla nada, «lo que no puede ocurrir es que nos tomen el pelo. Yo tuve muchos gastos por esta paliza», cuenta.
Han pasado tres años y medio desde aquella noche que le ha cambiado la vida. Rondaba la media noche cuando la víctima paseaba con unos amigos tras haber cenado en un restaurante. El iba charlando con un amigo y una pareja un poco más rezagada. Al pasar por la calle El Peso, el matrimonio se detuvo de repente. El condenado se había acercado al hombre y sin mediar palabra le había propinado un puñetazo. Los dos amigos que caminaban más adelantados se acercaron en su ayuda. Fue entonces cuando Javier, de 47 años, comenzó a recibir puñetazos. Ante los golpes que estaba recibiendo echó a correr. «Me dieron una paliza sin causa. Yo intentaba quitármelos de encima, hasta que me dieron una patada y caí al suelo», explicó en sede judicial la víctima más grave del suceso.
Le habían roto el tobillo, además de presentar golpes por todo el cuerpo. El hombre permaneció ingresado durante una semana y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Le ha quedado una cojera y dolor porque tiene parte del sistema nervioso afectado. Algo que es crónico.
Durante el juicio el ahora condenado echó la culpa a un tercero. Aseguró que esa otra supuesta pandilla tenía como moda pegar a desconocidos. La versión la avalaron tres amigos, tres testigos que estaban a su lado y que cuando ocurrió la agresión eran menores de edad. El juez consideró en su sentencia que los tres «mintieron con el propósito de favorecer al acusado. Pidió por ello, al igual que el Ministerio Fiscal que se dedujera testimonio por un presunto delito de falso testimonio, aunque por el momento nada figura al respecto sobre los tres testigos.
Fuente: EL COMERCIO DIGITAL